El reino nazarí de Granada fue el último bastión de Al Andalus en la península ibérica durante la Edad Media (1238-1492).

El primer sultán de la dinastía nazarí, Muhammad I al-Ahmar, fue el fundador de la Alhambra en 1238, en la cima de la colina de La Sabika, quedando relegados a un segundo plano los magníficos palacios ziríes junto a la Alcazaba Cadima, hoy desaparecidos.

Alhambra y Albaicín permanecen en un diálogo eterno, una frente a otra, recordando tiempos de esplendor y riquezas, donde el poder de la palabra, de la música, del arte y de la ciencia eran los pilares de la carismática cultura andalusí en el Reino Nazarí de Granada.

El Renacimiento granadino es único en Europa. Tras la Toma de Granada en 1492, se inicia una etapa de transformación socio-política y religiosa: la ciudad musulmana se transforma en cristiana.

El gótico tardío isabelino, el estilo renacentista y el arte mudéjar conviven para convertir mezquitas en iglesias y en Catedral; casas nazaríes en casas-palacio de la alta sociedad cristiana; estrechas calles y placetas moriscas en amplias plazas al estilo castellano; y los espacios extramuros se urbanizan alternando la arquitectura civil con la religiosa.

Tras la expulsión de los moriscos de España en 1609, la actividad comercial y artesanal comienza una etapa de decadencia. Sin embargo, en el ámbito religioso hay una proliferación de obras de gran calidad con las nuevas tendencias artísticas barrocas.

Un período de devoción intensa hacia la Virgen y los santos, promueve el nacimiento de la escuela granadina con artistas tan universales como Alonso Cano a la cabeza.